El acné es una de las enfermedades que con mayor frecuencia vemos en la consulta y es una patología con un alto índice de curación, sobre todo si lo abordamos de forma precoz.
Hace algunos años el acné no se consideraba una enfermedad, y los padres eran muy reacios a consultar o tratar a sus hijos. Es cierto que no es una enfermedad que ponga en riesgo la vida, pero puede ser grave en ocasiones. Debemos ser conscientes de la importancia de realizar un tratamiento adecuado y precoz ya que puede ocasionar dificultades en las relaciones sociales, ansiedad…sobre todo en adolescentes.
Si realizamos un tratamiento precoz, también evitaremos las cicatrices, que son muy inestéticas y muy difíciles de tratar una vez instauradas. Tampoco debemos pensar que sin tratamiento el acné se “cura” con el tiempo, ya que aunque es cierto que mejora, existe siempre una tendencia a que aparezcan lesiones de vez en cuando.
Es muy importante que individualicemos cada caso a la hora de tratar el acné, para obtener óptimos resultados. No trataremos igual un acné incipiente en una niña de 8 años, que el que puede aparecer en una mujer embarazada, en un chico de 17 años o en una mujer de 45 años. La tendencia actual es realizar tratamientos “ a la carta”.
En esto ponen especial énfasis un grupo de investigadores de la Wade Forest University School of Medicine de Wiston-Salem (Carolina del Norte). En el último número de la revista Expert Opinion on Drug Safety hacen una extensa revisión de todos los tratamientos disponibles en la actualidad, analizando su efectividad y seguridad, insistiendo en la importancia de individualizar cada caso, realizando una adecuada supervisión médica. Los investigadores señalan que los pacientes que son supervisados de forma estrecha por un dermatólogo obtienen mejores resultados.
Normalmente realizamos combinaciones de los tratamientos que tenemos a nuestra disposición para obtener resultados óptimos. Algunos tratamientos tienen actividad antibacteriana y antiinflamatoria, otros disminuyen la secreción sebácea y otros aumentan el recambio de células epidérmicas (capas superficiales de la piel).
Los tratamientos tópicos (en crema) requieren dedicación por parte del paciente y los resultados son visibles al cabo de 6-8 semanas como mínimo. Los utilizamos más en la edad pediátrica y durante el embarazo o como complemento de otros tratamientos. Estos productos contienen peróxido de benzoílo, ácido salicílico, antibióticos o combinaciones. Pueden producir cierta sequedad e irritación al principio, pero se toleran bien al cabo de varias semanas.
La isotretinoina oral (antiguo Roacutan) es el gran protagonista entre los fármacos antiacné. Existen falsos mitos a su alrededor que aún muchos pacientes preguntan en la consulta (peligroso para el hígado, “se quema” la piel…). Se consideraba un fármaco con muchos efectos secundarios. La realidad es que bien utilizado, la eficacia de curación es cercana al 95% y los efectos no deseados son dosis-dependientes en muchos casos. Por este motivo, en la actualidad usamos dosis bajas, por lo que los efectos secundarios son menores, aumentamos la tolerancia y obtenemos mejores resultados con mayor satisfacción del paciente. En la consulta siempre insistimos en evitar la ingesta de alcohol y evitar un embarazo, dado que produce malformaciones fetales graves.
En ocasiones también nos apoyamos en la terapia hormonal (anticonceptivos orales) o en tratamientos con efecto antiandrógeno.
En aquellos pacientes que no podamos utilizar medicación oral, o bien como complemento, podemos utilizar fuentes de luz y láser. Existen varios estudios que demuestran la eficacia de estos tratamientos, sobre todo en el acné de tipo inflamatorio, aunque aún son necesarios más ensayos clínicos. Empleando una crema fotosensibilizante dañamos la glándula sebácea y la fototerapia disminuye la proliferación bacteriana. Como único efecto secundario podemos observar enrojecimiento o leves quemaduras superficiales.
Por tanto, podemos decir que no existe una fórmula única para el tratamiento del acné, siendo los resultados mejores si lo abordamos de forma precoz y si se realiza un seguimiento médico estrecho.