La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel, crónica, recurrente y de carácter hereditario. Su incidencia se ha triplicado en los últimos 30 años y afecta al 15% de la población española, llegando a afectar casi a un 30% en el caso de los niños, en el primer mundo, en especial en las ciudades.
Entre las principales causas de este aumento los expertos coinciden en que la contaminación ambiental, la alimentación de las mujeres embarazadas, la exposición a ciertos tóxicos además del estilo de vida occidental pueden tener un papel relevante.
En la Reunión Anual de la Academia Americana de Dermatología celebrada en Washington del 4 al 8 de marzo se incidió especialmente en el papel que tenemos los dermatólogos pediátricos para mejorar la calidad de vida de los niños que la sufren. Varios expertos, entre ellos la Dra. Lee del Boston Children´s Hospital resaltaron que en la dermatitis atópica lo esencial es un buen manejo domiciliario y un buen ambiente familiar. “Controlar la aparición del brote es esencial, dado que no tenemos un tratamiento que cure definitivamente la atopia una vez que se manifiesta”. La educación de los padres, profesores y los rasgos psicológicos del niño atópico han sido dos aspectos destacados en las ponencias sobre Dermatitis Atópica.
Un dato muy relevante es que únicamente un 3% de las familias con niños que sufren dermatitis atópica afirman tener una calidad de vida normal. Los dermatólogos debemos trabajar en este aspecto, dado que es una necesidad clínica aún no resuelta para estos pacientes y sus familias.
Para poder mejorar esta cifra, debemos centrarnos en aliviar de forma rápida y contundente el picor y los primeros síntomas de la dermatitis e incidir en la formación del entorno familiar de los niños. No debemos limitarnos a pautar un tratamiento, sino que debemos ofrecer una atención global a los niños que sufren dermatitis atópica.
Mejorar la calidad de vida del paciente con dermatitis atópica
El prurito crónico tiene un impacto profundo en la calidad de vida de los niños y sus familias, dado que genera un gran estrés psicológico que afecta al estado emocional, al rendimiento escolar y al sueño. El estrés y los síntomas de la atopia forman un círculo vicioso y los dermatólogos tenemos que incidir en este punto y ser conscientes del beneficio que el control del picor aporta a los pacientes pediátricos. Ante ello, el principal tratamiento siguen siendo los corticosteroides tópicos (no obstante, en lactantes y niños menores de 3 años debemos tener en cuenta que existe un aumento de la absorción de cualquier ingrediente activo aplicado en la piel).
El principal problema al que se enfrentan los niños y sus padres es a la fase “inter brote”, dado que en ocasiones no hay placas rojas ni otros signos de enfermedad visibles, pero los niños siguen padeciendo picor. En este punto nos podemos beneficiar de nuevos vehículos para los emolientes tópicos, terapias de fin de semana, apoyo psicológico y entrenamiento en técnicas de relajación y mecanismos para evitar el rascado compulsivo.
En los últimos años ha cobrado especial importancia la educación terapéutica del paciente y la familia. De este modo, facilitamos la comprensión de la enfermedad, explicamos lo que se puede esperar de los tratamientos y ayudamos a comprender a los padres el motivo por el que prescribimos un determinado fármaco o recomendamos una determinada prueba.
La educación terapéutica ayuda a los niños y a sus familias a cumplir mejor las indicaciones médicas y esto se traduce en una mejoría de la calidad de vida. Para conseguir este objetivo, trabajamos en facilitar a los pacientes una comunicación muy fluida en la consulta para solventar todos los problemas y dudas que surjan durante la enfermedad. En ocasiones facilitar material didáctico y explicativo es una herramienta muy útil porque favorece la comprensión de la enfermedad e involucra a los niños en colaborar en su propio tratamiento, atender a los síntomas de inicio, etc. Algunos expertos destacan la importancia del apoyo psicológico, con técnicas de relajación o modificación del comportamiento, siendo de especial relevancia en los casos más graves.
Por todo esto, es de vital importancia un manejo multidisciplinar en la dermatitis atópica así como una supervisión médica constante por especialistas bien formados en dermatología infantil, lo cual garantiza un apoyo integral a la familia para mejorar la calidad de vida de los niños que sufren esta enfermedad.