Los dermatólogos no nos cansamos de repetir los numerosos beneficios de la exposición solar, así como los riesgos de una exposición prolongada o sin sin protección. Aún así, las quemaduras solares ocurren. Y van acompañadas de molestias en el corto plazo, pero también de repercusión negativa a largo plazo. Veamos cómo evitar las quemaduras, qué son y cómo abordarlas.
Empecemos protegiéndonos del Sol
Como es obvio, lo primero que debemos hacer es protegernos de la exposición solar. No hay mejor manera de evitar las quemaduras solares que tomar el Sol con moderación y protección.
Para ello, debemos recordar que la elección de la ropa juega un papel fundamental para reducir la exposición solar. Sobre todo, la exposición solar que no podemos evitar (por ejemplo, en los desplazamientos por la playa o el campo). Nuestra vestimenta debe seguir unas reglas básicas:
Es recomendable que la ropa sea de colores claros, que reducen la radiación absorbida.
Conseguiremos una mayor protección con faldas y pantalones largos y camisas o blusas de manga larga, aunque en esos casos es aún más importante elegir tejidos ligeros (recordemos el otro gran enemigo en verano: ¡la deshidratación!)
Si la exposición puede ser prolongada, es conveniente utilizar prendas con filtro solar incorporado. Las reconoceremos por la indicación del Factor de Protección Solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés).
A nuestra ropa debemos añadir siempre gorras o sombreros y gafas de sol.
Además de nuestra ropa, no debemos olvidar nunca la aplicación de protectores solares. De nuevo, las recomendaciones fundamentales son:
Utilicemos un protector solar con un Factor de Protección Solar (FPS/SPF) de, al menos, 30.
En la elección del protector solar deberemos tener en cuenta el tipo de actividad que vamos a realizar (seleccionando, por ejemplo, aquellos que son resistentes al agua) y quién lo va a usar (especialmente los niños, a los que se les recomiendan protectores solares con filtro físico).
Y no olvidemos aplicar el protector por toda la superficie expuesta, al menos 30 minutos antes de la exposición, repitiendo al menos cada dos horas.
En el caso de los labios, recordemos utilizar también protectores labiales específicos.
Y, por supuesto, recordemos evitar las horas de máxima exposición y mantenernos hidratados durante todo el día (consumiendo agua, mejor que cualquier otra bebida).
Las quemaduras solares tienen impacto a largo plazo
Cuando no seguimos las recomendaciones básicas de protección o cuando las intentamos seguir pero no lo hacemos del todo bien (nos dejamos una zona sin crema o se nos olvida repetirnos, por ejemplo), nos encontramos con frecuencia con quemaduras solares.
Como sabemos, la exposición solar, pese a los efectos positivos, tiene también efectos negativos muy importantes. Por regla general, una mayor acumulación de exposición implicará una aparición más temprana de los efectos negativos y una mayor gravedad de los mismos. Y también podemos generalizar que las quemaduras tienen un efecto similar a la acumulación de muchas horas de sol (muchas más de las horas que nos han generado la quemadura).
A modo de recordatorio, algunos de esos efectos son el fotoenvejecimiento de la piel, la aparición de manchas y el cáncer de piel.
Por lo tanto, cada vez que nos exponemos al Sol, debemos recordar que las quemaduras no sólo afectan en el corto plazo, sino que son una fuente de patologías cutáneas a largo plazo, algunas de ellas muy graves.
Qué hacer si me quemo
Las quemaduras solares, como cualquier otra quemadura, se dividen en tres grados.
Quemaduras de primer grado
Las quemaduras más leves, las de primer grado, son también las quemaduras solares más frecuentes. Las reconocemos por el típico eritema (enrojecimiento) de la piel.
Las quemaduras de primer grado deben ser tratadas lo antes posible. Aunque podemos hacerlo en casa.
Lo primero que debemos hacer es aplicar agua tibia o ligeramente fría en la zona afectada. El objetivo es reducir la temperatura de la piel. Sin embargo, no debemos aplicar hielo ni agua helada: activaríamos la circulación periférica en la zona quemada, incrementando la deshidratación local.
Tras haber enfriado la zona, aplicaremos crema hidratante en la zona. La crema hidratante frenará la pérdida de agua en la zona, acelerando la recuperación. Muy pronto notaremos una reducción de las molestias y de la rojez, y un incremento de la flexibilidad de la piel.
La crema hidratante puede ser combinada con la aplicación de aloe vera que tiene efectos calmantes.
Es importante recordar que además de los tratamientos locales, debemos beber agua abundante.
En los casos de mayores molestias, aplicaremos un corticoide tópico para reducir la inflamación, siempre bajo la indicación del especialista. De igual forma, el especialista valorará la necesidad de aplicar antibiótico tópico para reducir los riesgos de infección local.
Quemaduras de segundo grado
Aunque muy poco frecuentes, las quemaduras solares pueden llegar al segundo grado. En esos casos observaremos la aparición de ampollas.
Las quemaduras de segundo grado requieren atención médica. Deberemos cubrir las ampollas con apósitos y acudir al médico. El especialista valorará la conveniencia de drenar las ampollas, aplicar productos secantes y administrar antibióticos.
Quemaduras de tercer grado
Las quemaduras de tercer grado son las más graves y suponen un riesgo muy alto para la vida. La exposición solar rara vez genera quemaduras tan graves. En estos casos el tejido muere, se pierda la sensibilidad en la zona, y la piel pasa a tener un color oscuro.
En el caso de quemaduras de tercer grado es crítico que el quemado sea protegido con apósitos y tratado a la mayor brevedad por los Servicios de Urgencias. Como digo, estas quemaduras representan un riesgo para la vida y su manejo es complejo (al venir acompañadas, entre otros, de deshidratación severa).
El sol es bueno para ti, pero ten cuidado de no quemarte.
La luz solar tiene efectos muy positivos en nuestro organismo. Pero la acumulación de exposición también tiene efectos negativos como el fotoenvejecimiento o el cáncer de piel.
Una exposición inadecuada puede generar quemaduras solares. Y las quemaduras solares tienen un efecto multiplicativo en el daño solar por acumulación de horas de sol.
Es fundamental que recordemos moderar la exposición al Sol y protegernos de manera adecuada.
Pero si nos quemamos hay que actuar con rapidez; y, si es grave, debemos acudir al médico inmediatamente.