Cuando los dermatólogos hablamos de fotoenvejecimiento nos referimos a la aceleración del envejecimiento natural de la piel por el daño causado por la exposición crónica a la radiación ultravioleta, cuya acción directa provoca alteración en el ADN de las células de la piel.
Sin embargo, las consecuencias no se manifiestan de forma inmediata, sino que empezamos a percibir los efectos con el paso del tiempo. Esta es la razón por la que decimos que la piel tiene “memoria” ya que el daño que hemos recibido, por ejemplo, a los 20 años se manifestará en torno a los 35-40.
Los cambios de la piel debidos al envejecimiento cronológico, que acontece con la edad (aparición de arrugas, flaccidez, alteraciones del tono de la piel, manchas…) pueden incrementarse por algunos elementos externos como la radiación ultravioleta el tabaco o la contaminación que son los llamados factores extrínsecos.
Estos factores aumentan la producción de radicales libres y producen daño en el ADN, disminuye el nivel de colágeno y elastina y provoca un aumento de los signos de envejecimiento.
Entre los agentes externos, el que mas efectos negativos tiene sobre la piel es la radiación ultravioleta, siendo responsable de hasta un 80% de la aceleración del envejecimiento cronológico.
Por este motivo los dermatólogos aconsejamos utilizar fotoprotección todo el año, renovarlo cuando estemos en el exterior o practicando deporte o actividades al aire libre, emplear capsulas de fotoprotección oral durante el verano o todo el año en casos determinados y debemos concienciarnos de que el bronceado saludable no existe, por lo que la piel bronceada habrá sufrido un daño aunque sea mínimo.
En caso de que los primeros signos de fotoenvejecimiento empiecen a notarse, debemos potenciar el empleo de ingredientes antioxidantes por la mañana y activos antiedad por la noche, siendo los retinoides unos de los mas frecuentemente empleados. También emplearemos alfa hidroxiácidos y despigmentantes en caso de que se observen irregularidades en la pigmentación.