La asociación entre la piel clara, la exposición al sol excesiva, y el melanoma maligno cutáneo (MM) está bien establecida. Podemos afirmar que la exposición repetida e intensa durante la infancia a la radiación ultravioleta incrementa el riesgo de melanoma en la edad adulta, según los estudios epidemiológicos. Los factores de riesgo para la aparición de MM son: tener antecedentes familiares de melanoma, la presencia de nevus displásicos (lunares de aspecto irregular en forma y distribución del pigmento) la presencia de múltiples lunares y una historia personal de quemaduras y/o exposición solar intensa en la infancia.
Los expertos coinciden en que ciertos pacientes con numerosos lunares (mas de 50) tienen mas riesgo de padecer melanoma. Desde hace algunos años sabemos que los niños de piel clara, expuestos al sol desde muy pequeños (aunque no sufran quemaduras) tienen mayor tendencia al desarrollo múltiples nevus (lunares) y quizás melanoma en la adolescencia y edad adulta. Estos hallazgos son importantes ya que se relaciona el bronceado con el desarrollo progresivo de lunares en niños con piel muy clara. Pero debemos tener en cuenta que no todos los melanomas no se producen sobre lunares ya existentes así que la presencia de múltiples lunares en estos niños pequeños probablemente sirve como un marcador de daño de la piel inducido por radiación ultravioleta y quizás una posible susceptibilidad a melanoma.
Este hallazgo vuelve a confirmar que los fototipos claros son mas vulnerables al sol y debemos concienciar a los padres para que ejerzan una fotoprotección responsable. El empleo de cremas de protección solar de alto índice en los niños ha aumentado de forma considerable durante en la última década, pero se estima que todavía casi un 30% de niños no recibe una protección adecuada diaria durante la exposición solar. Por todo ello los dermatólogos debemos promover estrategias de educación en fotoprotección desde la infancia tanto en el ámbito familiar como en el ámbito escolar.