Hace unos días tuve la oportunidad de participar en el programa de radio "La Ventana" de Cadena Ser, conducido por Carles Francino (aquí). En el programa conversamos sobre un tema que me inquieta desde hace tiempo y que he identificado en mi consulta: el uso excesivo de productos de cuidado facial en niños y adolescentes.
Excesos en el uso de cosméticos
Como dermatóloga, respaldo completamente la adopción de hábitos saludables en el cuidado de la piel por parte de niños y adolescentes. Por ejemplo, para los adolescentes es esencial adoptar una rutina de limpieza adecuada, el uso de fotoprotección y la aplicación de cremas específicas para prevenir o tratar el acné incipiente.
Sin embargo, en la era de las redes sociales, los adolescentes se ven influidos por "gurús" de belleza que recomiendan una variedad abrumadora de productos sin respaldo profesional. La falta de asesoramiento real lleva a estos jóvenes a acumular cremas, serums y maquillajes, sin comprender las necesidades reales de su piel. Lamentablemente, incluso los propios influencers carecen, en la mayoría de los casos, de la formación necesaria para ofrecer recomendaciones dermatológicas fundamentadas. También hago un llamamiento a la responsabilidad de los establecimientos dedicados a la venta de productos cosméticos, donde cada semana podemos ver a adolescentes, haciendo acopio de productos cosméticos sin asesoramiento y sin medida.
La trampa del exceso: efectos en su piel...
En mi consulta, recibo a numerosos pacientes jóvenes, acompañados por madres inquietas ante la abundancia de productos que utilizan sus hijos y la duración y frecuencia de sus rutinas de skin care. La mayoría de ellos "arrastran" bolsas llenas de cremas, limpiadores, serums, exfoliantes, mascarillas y maquillajes.
Este exceso tiene consecuencias. El uso desmedido de productos, denominado cosmeticorexia, puede conducir a acné; obstrucción de los poros; irritaciones por mezclar principios activos agresivos o incompatibles; reacciones alérgicas por exposición a sustancias proalergénicas; desequilibrios en la producción de lípidos; piel excesivamente seca o excesivamente grasa y saturada; o manchas oscuras resultado de la interacción de algunos productos entre sí, por mencionar sólo algunos efectos en la piel.
...y en sus emociones
Pero hay algo más: el impacto emocional. La influencia de las redes sociales y el entorno, con abundancia de imágenes filtradas y poco realistas, genera un incremento inusual de la preocupación por el envejecimiento y la apariencia de mis pacientes.
Como vemos, asociado al exceso de uso de cosméticos, podemos observar dependencia emocional en los adolescentes, quienes llegan a dedicar abundantes horas diarias al cuidado personal, a menudo sacrificando horas de sueño, estudio y ocio y generando un gasto económico innecesario.
Minimalismo cosmético
Mi enfoque es canalizar el deseo de cuidarse de estos jóvenes de manera adecuada. Comienzo, concienciando a mis pacientes sobre los peligros de utilizar una cantidad excesiva de cosméticos a temprana edad.
A continuación y ante la saturación de productos en la rutina facial adolescente, propongo el minimalismo cosmético. Simplificar con un protector solar diario, un limpiador suave y una hidratación específica es la clave para una piel más saludable. Esta estrategia directa, respaldada por la orientación de un dermatólogo, ofrece una rutina eficaz y adaptada a las necesidades individuales. La sencillez es la esencia de una piel radiante.
Como hemos visto, el bienestar y la belleza provienen de cuidar la salud de la piel sin dejarse llevar por tendencias que dicten nuestra rutina de cuidado. Mi consejo a todos los adolescentes es que practiquen el minimalismo cosmético, aplicando únicamente productos de calidad, indicados por el dermatólogo, en poca cantidad y siempre bajo supervisión de sus padres.