Para muchos, el verano es el momento más esperado del año, dado que en estas fechas existe una mayor oferta de ocio y de actividades al aire libre. Sin embargo, para los pacientes que padecen rosácea, la época estival puede convertirse en un problema para su enfermedad a menos que se tomen las precauciones adecuadas y necesarias para evitar las recaídas.
La rosácea en verano se convierte en un problema aumentado para muchos pacientes, debido a que los factores ambientales y ciertos aspectos del estilo de vida de estas fechas, ocasionan vasodilatación y brotes. En la reunión Anual de la Academia Americana de Dermatología el Dr. Richard Odom, profesor de Dermatología de la Universidad de California (San Francisco) hizo referencia a estos aspectos de la rosácea y también destacó que el control adecuado durante todo el año de la enfermedad puede ser un factor protector de brotes graves.
Sabemos que más de un 60% de los pacientes con rosácea en verano afirman sufrir un empeoramiento. Si somos capaces de mejorar esta cifra, mejoraremos la calidad de vida de nuestros pacientes y es posible que el curso de su enfermedad. Este dato es importante ya que según un artículo recientemente publicado en la revista American Journal of Dermatology existen datos que apoyan la relación de la rosácea con algunas enfermedades potencialmente graves. El artículo describe un estudio retrospectivo de más 33.000 pacientes con rosácea en Taiwán y los investigadores concluyeron que los paciente con brotes moderados o graves recurrentes tenían un 41% más de riesgo de tener niveles de colesterol alto en sangre, un 35 % más de riesgo de enfermedad coronaria y un 17% más de riesgo de hipertensión arterial. Aún no se conocen las causas de estas asociaciones, pero se cree que el estilo de vida es un factor condicionante muy potente.
La rosácea en verano y los factores que la agravan
Una exposición al sol intensa, el calor y el aumento de la actividad física pueden ser desencadenantes de brotes graves de rosácea. De hecho, los pacientes suelen identificar como primer desencadenante de brotes o empeoramiento el sol seguido del calor y por último del ejercicio. Las actividades al aire libre que más a menudo se identifican como factores desencadenantes de la rosácea incluyen running (55%), ciclismo (46 %), natación (46%), la jardinería (45%), tenis (40%) y golf (39%). No debemos olvidar que en verano también cambiamos el estilo de vida, y la dieta también influye en la rosácea. En verano son frecuentes las barbacoas al aire libre, el consumo de cítricos, las carnes adobadas, los alimentos especiados y aumenta el consumo de bebidas alcohólicas. Todos estos factores contribuyen en mayor o menor medida a provocar nuevos brotes de rosácea o agravar el estado previo. Por tanto en la rosácea en verano necesita más atención.
Cómo controlar la rosácea en verano
Durante el verano aconsejamos a los pacientes con rosácea a ser especialmente cuidadosos para evitar recaídas. Además de cuidar los hábitos de vida siempre aconsejamos tomar la medicación según lo prescrito y si es posible no interrumpir los tratamientos. En este sentido, aconsejamos un tratamiento adecuado y de fácil cumplimiento para la época estival la mayoría de pacientes evitan las temidas recaídas del verano. En algunos pacientes podemos continuar empleando láser vascular a bajas fluencias, incluso en verano, lo que ayuda a evitar los episodios de flushing.
Para ayudar a prevenir los brotes de rosácea en verano, debemos tener en en cuenta las siguientes precauciones:
Utilizar un filtro solar facial adecuado para pieles sensibles con un índice 50. El filtro debe volver a aplicarse en caso de exposición solar prolongada.
Es mejor evitar el sol directo y la exposición en las horas centrales del día cuando la temperatura ambiente es más alta, para evitar una excesiva vasodilatación.
Las pulverizaciones de agua termal pueden ayudar por sus propiedades antiinflamatorias así como para bajar la temperatura facial.
La actividad física debe realizarse por la mañana temprano y siempre evitando aumentar demasiado la temperatura corporal.
Evitar las comidas copiosas y especiadas, así como el alcohol.
No interrumpir el tratamiento prescrito por el dermatólogo, que se habrá adaptado a estas fechas.